Ser actores de primera línea

Al hacer hoy la primera colación de grados en el nivel de especialización, la Fundación Universitaria CEIPA logra un objetivo más en su consolidación como institución universitaria, y ello constituye para toda nuestra comunidad un motivo especial de regocijo y complacencia, porque significa el alcanzar las metas de nuestro carácter académico.

Por eso en esta noche, nos invade el emocionado sentimiento del sembrador que siega, sin reparar en el natural cansancio que hostiga el terminar de la jornada.

Pero lograr este objetivo, conquistar esta meta, no es llegar; en este apasionante quehacer educativo, nunca se puede declarar que la misión está cumplida; cada etapa conquistada es un nuevo punto de partida hacia un más allá que debe ser signado por la calidad y la excelencia.

El mundo de la educación es un mundo siempre antiguo y siempre nuevo; es un mundo simultáneamente retador y frustrante, en el cual nunca se logra lo que se quiere, pero nunca se pierde lo que se hace.

Es un mundo que en su apariencia estática conlleva una incontenible dinámica constructora de futuro, de desarrollo, de calidad de vida, de personas; como la corriente de los ríos, está pasando siempre, pero nunca pasa; son aguas que conducen al inalcanzable puerto del hombre, tarea permanente que el caer del ocaso encontrará inconclusa.

Si hago esta breve reflexión y este símil es porque entiendo que esta nueva conquista profesional tiene que significar para quienes hoy se gradúan como especialistas en educación en gerencia educativa, que ello los califica, y más que calificarlos, los compromete para ser actores de primera línea, es decir, gerentes, en la elaboración, y sobre todo, en la ejecución del proyecto educativo.

Gerenciar es eso; es planificar, ejecutar, controlar y evaluar una institución de acuerdo con los objetivos y las notas esenciales que la constituyen.

Se diría que la gran diferencia entre el administrador y el gerente, está en que el administrador no avanza, no va más allá de sostener una realidad en el estado en que la recibe, en tanto que el gerente crea, dinamiza, incrementa, desarrolla, prospecta, recrea y transforma; no en vano la raíz latina de gerente es gerens –tis, participio presente del verbo gerere, que significa hacer, actuar, pero con un hondo significado de generar, esto es, de transformar, de crear nuevas realidades.

El reto que se plantea hoy a los gerentes educativos es precisamente el de transformar nuestra práctica educativa, haciendo que la educación sea realmente el motor, el factor de desarrollo, el alma de las comunidades educativas, para que a través de ellas se construya esa Colombia que todos anhelamos, y ese hombre integral, cuya mayor fortaleza sean los valores que lo dignifican y lo realizan como persona; si la educación no tiene esos dos objetivos fundamentales, ella no tiene sentido, y es vana e inútil nuestro laborar en la escuela.

Aquí han aprendido ustedes que un proyecto educativo es, entre otras cosas, la respuesta a preguntas fundamentales, como ¿quiénes somos? y ¿qué queremos?; estas son las dos primeras preguntas que es necesario responder, para ver luego, cómo nos organizamos, nos administramos y nos evaluamos para lograrlo.

Hoy son evidentes, y más que evidentes, trágicas las respuestas a ese quiénes somos como país; la calidad profesional de los presentes me releva de enunciarlas.

Para responder a esas malas circunstancias, les invito hoy a formular un proyecto educativo que apunte a darle a Colombia el destino que se merece, y ello será posible si desde la educación formamos un hombre integral.

Por eso nuestro ahora requiere que todo proyecto educativo esté comprometido, más desde la transversalidad curricular que desde las asignaturas mismas, con la formación de un hombre que sea autor y actor de una civilización para la vida en el amor a la naturaleza, patrimonio común de la humanidad:

  • civilización para la vida en la benevolencia hacia el hermano y en la comprensión, que es la caridad de la inteligencia al decir de Coll;
  • civilización para la vida, en la fidelidad a la esencia de la condición humana; civilización para la vida, en la entrega generosa al trabajo; 
  • civilización para la vida, en la solidaridad con nuestros semejantes y en el respeto a la dignidad de la persona y de sus derechos;
  • civilización para la vida, en el afianzamiento y consolidación de los valores humanos, éticos y espirituales;
  • civilización para la vida, en la búsqueda incansable de la verdad, de la justicia, en la conquista de la auténtica libertad, y en la construcción de la paz;
  • civilización para la vida, en la fraternidad universal, y en el sentido de nuestra trascendencia, única dimensión desde donde es posible comprender la significación del hombre y de su existencia.

Si formulamos ese proyecto educativo y lo gerenciamos con eficiencia, estaremos construyendo el país que necesitamos y haciendo que tenga contenido esa palabra que sostiene y justifica nuestra lucha: la esperanza.

Antonio Mazo Mejía
Medellín, 25 de mayo de 1996

Antonio Mazo Mejía - Fundador CEIPA
"El mundo de la educación es un mundo siempre antiguo y siempre nuevo; es un mundo simultáneamente retador y frustrante, en el cual nunca se logra lo que se quiere, pero nunca se pierde lo que se hace".
Antonio Mazo Mejía - Fundador CEIPA
Antonio Mazo Mejía
Fundador CEIPA