Compromiso profesional con el país

Permítanme que en esta solemne y grata ocasión, en que ustedes disfrutan la satisfacción de haber culminado sus respectivas carreras y que la República de Colombia, a través del Tecnológico Universitario CEIPA, les acredita como profesionales, les invite a reflexionar muy brevemente sobre algunos aspectos de la vida nacional y sobre lo que a nosotros como profesionales nos corresponde hacer en la construcción de nuestra Patria, porque el tener el privilegio de haber recibido educación superior, privilegio que apenas alcanza una ínfima parte de la población colombiana, es, no sólo adquirir un privilegio para disfrutarlo, sino también asumir un compromiso para contribuir al desarrollo del país y al mejoramiento de la calidad de vida de los colombianos.

Este gran país nuestro, con el que fue pródigo Dios al dotarlo de mares, montañas, altiplanicies, valles y llanuras, en los cuales encontramos todos los climas necesarios y propicios para una gran calidad de vida, ubérrimo en su flora, rico en su fauna y extraordinario en la calidad humana de sus hombres, padece hoy grandes vacíos que reclaman nuestra presencia; enunciémoslos, siguiendo al Jesuita De Roux.

Los colombianos vivimos en un vacío de justicia social que es ya intolerable; estamos enfrentados hoy a un vacío del Estado que favorece la anarquía, acrecienta la injusticia social e incita a la violencia; vivimos en un vacío de sociedad civil, en donde cada quien se ha dedicado a sobrevivir en su miseria o a disfrutar de su prosperidad, pero sin nexos de comunidad.

Hemos recorrido vertiginosamente un camino que nos ha conducido a un desierto de valores éticos; y como si los males anteriores fueran pocos, nuestro país está padeciendo los flagelos de la guerrilla, el narcotráfico y el terrorismo, sin diferenciarse en nada y en veces, hasta aventajando a otros pueblos del planeta, que se han dejado absorber por esta civilización de la destrucción y de la muerte, característica del mundo contemporáneo.

Este es el país en el cual debemos actuar hoy; no es propiamente la Arcadia que exaltaron los poetas griegos; es un país, que justamente por la serie de graves factores que lo aquejan, exige que todos los colombianos de bien, que somos la mayoría de los colombianos, aportemos el contingente de nuestra rectitud, nuestra honestidad, nuestra justicia social y nuestro sacrificio, para con ese concurso contribuir a la eliminación de esos enormes vacíos que aquejan a nuestra patria.

Lo que hoy se exige al hombre colombiano es que le dé prioridad al ser sobre el tener; que sean más importantes los imperativos de la justicia que los de la ambición; que se instaure el imperio de la honestidad como sustituto al actual desenfreno en la falta de honradez en todos los órdenes; que prevalezca la verdad sobre la mentira que distorsiona, desorienta, irrespeta y engaña; que los hombres transiten con la frente erguida por los caminos de la rectitud, evitando los tortuosos senderos de la falacia; que sea la lealtad a la condición humana primero, y a los compromisos adquiridos luego, fuerte coraza contra la cual se estrellen las aspiraciones mezquinas que a diario nos invitan a claudicar; que el compromiso con el deber sea asumido con el respeto, la responsabilidad y la entereza que el deber reclama, sin dobleces, sin esguinces; en fin, que en esta civilización de lo negativo, de la destrucción, de la violencia y de la muerte, estemos comprometidos con actitud positiva, en las actividades que construyen, en que prime la fuerza de la razón sobre la razón de la fuerza, y que seamos portadores de optimismo, generadores de vida, frente a tantos mercenarios comprometidos con la destrucción y con la muerte.

Este es el código ético que hoy nos reclaman con angustia desesperada y con urgencia la familia, la sociedad y la patria; y es este el código ético que va a garantizar a nuestro ejercicio profesional la prosperidad y el éxito y, a cada uno de nosotros como personas, una gratificante realización de nuestra dimensión humana.

Es esta la axiología que nos define como hombres de bien y como colombianos constructores del país.

Quienes hoy se gradúan como tecnólogos están en capacidad de dar desde su ejercicio profesional una respuesta eficaz y oportuna a las grandes necesidades que tiene nuestro país en materia de administración de sus recursos; el subdesarrollo se ha dicho en muchas ocasiones, más que carencia de recursos, es falencia de buena administración de los recursos existentes.

Justamente, es la administración de los recursos curriculares, el diseño, el tiempo y las metodologías, entre otras, lo que permite que la educación tecnológica sea una de las modalidades existentes hoy en los sistemas de Educación Superior, que hasta hace poco no ofrecían más que la modalidad universitaria como alternativa de profesionalización; gracias a la administración curricular, las tecnologías constituyen una nueva modalidad de ser profesional en el mundo contemporáneo.

El énfasis en el saber hacer, sin mengua del conocer y del saber pensar; el desarrollo de las facultades intelectuales para saber ver el todo, las partes que lo integran y sus relaciones, y el conocimiento práctico del medio para el ejercicio profesional, hacen que la educación tecnológica sea una formación completa, legítima y moderna.

No es la educación tecnológica, como lo creen quienes desconocen la evolución de los sistemas educativos, una formación que conduzca a carreras medias como impropiamente algunos pretenden llamarlas, precisamente porque no son medias carreras, sino carreras completas en su diseño curricular, en el perfil profesional que garantizan, todo ello respaldado por la aprobación oficial del Ministerio de Educación Nacional, a través del ICFES.

Que el tecnólogo pueda continuar su formación profesional en otros ciclos no obedece ello a que su formación sea incompleta, sino a la exigencia que el mundo de hoy hace a todos los profesionales para que a través de la educación permanente estén en capacidad de responder a los vertiginosos cambios científicos y tecnológicos que caracterizan al mundo contemporáneo; también quienes se gradúan como médicos, abogados, arquitectos o ingenieros sienten la necesidad de continuar su formación a través de especializaciones, magísteres, doctorados y de la asistencia a cursos específicos, seminarios, congresos y simposios.

Es con este bagaje profesional que les ha dado la educación tecnológica, con el cual ustedes a partir de hoy, van a vincularse a su ejercicio profesional, para desde él engrosar el contingente de los buenos colombianos que con nuestro trabajo profesional, honesto y abnegado estamos contribuyendo a la construcción de nuestro gran país.

Quienes hoy se gradúan como licenciados tienen en su profesión la mejor oportunidad de contribuir al engrandecimiento del país, pues su campo de acción es la educación.

Precisamente porque la educación es el factor fundamental para el desarrollo de los pueblos, quienes trabajamos en ella, procurando que nuestra labor le dé preminencia a la formación del hombre como persona, podemos tener la seguridad de que nuestra labor, así parezca para unos insignificante, es de una importancia trascendental, ya que son los hombres bien formados los forjadores del desarrollo y de la grandeza de los pueblos.

Pero no es sólo con nuestra saber profesional como los tecnólogos y los licenciados que gradúa el Tecnológico Universitario CEIPA van a contribuir a la construcción del país; más importante que el aporte científico, es el testimonio de la integridad personal, de la honestidad en el ejercicio profesional, la permanente voluntad de permanecer en el bando de los buenos colombianos empeñados en el progreso del país, con fe y con convicción de que con nuestro trabajo asiduo y honrado, con nuestra generosidad y nuestro sacrificio, unidos todos formando una hueste comprometida con el progreso, con la democracia, con la justicia y con la paz, somos capaces de derrotar a los múltiples enemigos de Colombia.

Al felicitarlos por el triunfo que conquistan hoy, les invito a continuar luchando con tenacidad y abnegación por su superación personal, en la seguridad de que cuando cada uno progresa, es el país el que avanza.

Sea la satisfacción del deber cumplido, el mejor galardón a sus esfuerzos hoy y siempre.

Ilumine la Estrella de Belén, cuyos fulgores ya destellan en el horizonte, vuestras mentes y vuestros corazones, para que seáis constructores de vida, de progreso, de justicia y de paz.

Antonio Mazo Mejía
Medellín, 16 de diciembre de 1988

Antonio Mazo Mejía - Fundador CEIPA
"Lo que hoy se exige al hombre colombiano, es que le dé prioridad al ser sobre el tener; que sean más importantes los imperativos de la justicia que los de la ambición".
Antonio Mazo Mejía - Fundador CEIPA
Antonio Mazo Mejía
Fundador CEIPA