De saber hacer, al saber ser

Van ustedes a recibir a continuación los diplomas que los acreditan como profesionales en Didáctica y Dificultades del Aprendizaje Escolar, en Administración de Empresas y en Administración de Personal.

Son estos diplomas títulos que dan testimonio de su constancia y sus esfuerzos, y que certifican las destrezas adquiridas para desempeñarse en sus respectivos ámbitos profesionales; es merecida, muy merecida la satisfacción que ustedes sienten hoy y emocionada compañía que hoy les hacen padres, familiares y amigos.

También yo, que semestre a semestre presido desde hace 18 años estas ceremonias, semestre a semestre lo hago con la jubilosa plenitud del sembrador que ve retribuidos sus esfuerzos, en la ubérrima fertilidad de la cosecha.

Y también, semestre a semestre, grado a grado, voy repitiendo a quienes por aquí desfilan, seguramente sí con distintas palabras, las mismas cosas, que no son otras que aquellas por las cuales estamos llamados a distinguirnos y a realizarnos los hombres; es que esta apasionante realidad educativa que se sintetiza en una sola, que es la formación del hombre, es siempre igual y siempre diferente; igual que “la corriente de los ríos, que está pasando siempre, pero nunca pasa”.

Como el agua de las fuentes y los ríos, el hombre está fluyendo siempre, corriendo siempre, hacia su propia realización; es un fluir permanente que nunca se acaba; un continuo peregrinar, que nunca llega, o para decirlo con la vivencia de Machado, es estar haciendo camino al andar.

Por eso, si bien hoy se ha cumplido una etapa, la del aprender a hacer, es apenas eso, una etapa en el camino de los aprenderes; pero hay muchísimos otros, y es eso lo que exige que si queréis ser profesionales brillantes, será necesario que os mantengáis en función del aprendizaje a lo largo de la vida; jamás mitigaréis la sed del saber; se bebe en el vaso de la ciencia, para sentid más sed.

Poseéis ya los fundamentos del saber hacer profesional, y ellos son necesarios e importantes en la vida; y seguramente con el diario esforzaros, con la experiencia, que es la presencia fecunda del pasado en el presente, los acrecentaréis. Pero más importante que el saber hacer, es el saber ser.

Es necesario, para que vuestra vida sea fecunda en realizaciones y gratificaciones, que le deis prioridad al ser.

¿Ser qué? Sencillamente ser hombres, porque se actúa siempre en función de los valores que realizan y enriquecen al hombre como persona. Para lograrlo:

  • Sed rectos; que vuestras acciones no tengan agendas ocultas, ni subterfugios, ni esguinces.
  • Sed honestos: Que la honestidad acompañe todas vuestras acciones, de tal forma que podáis presentarlas sin temores ante el juez más severo, o ante el más simple y elemental de los mortales.
  • Sed justos: La justicia conlleva la dimensión conmutativa de los deberes y los derechos; cumplid a cabalidad con vuestros deberes y reconoced a plenitud los derechos de los demás, preocupándoos mucho de no vulnerar los sagrados derechos de la persona, teniendo para ello como norma, la sapientísima sentencia de tratar siempre a los demás, como deseéis que ellos os traten a vosotros.
  • Sed solidarios: El mundo de hoy, por sus múltiples falencias, nos reclama mucha solidaridad; solidaridad que ha de acrecentarse con el pobre, con el desvalido, con el ignorante y sobre todo, con aquellos que no tiene más que sus miserias; miserias que son tanto más miserables, cuanto más relevan de la condición humana.
  • Sed servidores: La mayor fuente de satisfacción, de riqueza y de crecimiento personal, está en servir; que las responsabilidades, deberes y poderes que se os confíen, sean un compromiso con el servicio a los demás; no se es más, sino cuando se sirve más.
  • Sed generadores de vida: En esta civilización de la violencia y de la muerte, quienes queremos ser hombres de bien, tenemos que comprometernos con la civilización de lo positivo, con la construcción de un futuro mejor, en una palabra, con la vida.
  • Sed constructores de paz: Frente a esta creciente cultura de la violencia y de la muerte, es urgente que desarmemos nuestros espíritus de todo ímpetu de agresividad y de violencia; construyamos el mundo y nuestro ser, siendo portadores de paz, de esa paz que no sólo consiste en la ausencia de la guerra, sino en la serena y fecunda convivencia con nuestros semejantes.
  • Y en fin, no olvidéis que como seres humanos, tenemos defectos que reclaman la comprensión de los demás, y cometemos errores que estamos en la obligación de enmendar; para entonces, sed humildes, que la humildad engrandece a quien la esgrime, y proscribe a quien la desprecia.

Que la profesionalización que os ha dado el CEIPA, y la educación en que estamos comprometidos, cuya síntesis acabo de hacer, os ayuden a servir mucho y a crecer más; que como profesionales cosechéis éxitos, y como personas disfrutéis la felicidad del deber cumplido a cabalidad.

Antonio Mazo Mejía
Medellín, 23 de junio de 1989

Antonio Mazo Mejía - Fundador CEIPA
"Como el agua de las fuentes y los ríos, el hombre está fluyendo siempre, corriendo siempre, hacia su propia realización; es un fluir permanente que nunca se acaba".
Antonio Mazo Mejía - Fundador CEIPA
Antonio Mazo Mejía
Fundador CEIPA