El final de cada etapa en el camino de la vida, como lo es la terminación de un año o el culminar de una carrera, es momento propicio para hacer balance del pasado y prospectiva que nos oriente para asumir el futuro.
Importante el capítulo que hoy se cierra en la vida de estos graduandos; ellos pueden mirar hoy con emocionada contemplación cómo han puesto sus esfuerzos, su dedicación y su perseverancia para buscar su formación profesional, prepararse mejor para enfrentar su futuro con el bagaje intelectual que les da su formación profesional, y ser sobresalientes en su familia, en las empresas y en la sociedad; hoy, todos sus sacrificios se ven recompensados con la obtención del título que los acredita profesionales en su respectiva carrera.
El futuro, si bien nunca es fácil, máxime en un país como el nuestro, sí está más despejado, iluminado y abierto para quienes han recibido una buena educación y una formación profesional.
Uno de los múltiples avances que nos presente la civilización contemporánea es que hoy podemos incidir en el futuro; los cambios son previsibles, y aún podríamos afirmar que los podemos orientar, encausar y administrar; depende de nosotros el asumir el futuro como receptores pasivos o como autores de él.
Nuestra condición de profesionales debe llevarnos a saber aprovechar estos nuevos espacios que nos ofrece nuestra civilización.
Una de las actitudes que más contribuyen a conservar la vigencia profesional es la apertura al cambio, la receptividad a las innovaciones, la diligencia para mantenernos informados y actualizados en las diferentes áreas de nuestra carrera.
Por eso, uno de los significados principales que tiene un grado es una permanente invitación a mantener vigentes nuestros conocimientos profesionales.
Pero el ser profesional tiene también otros significados, dentro de los cuales estimo conveniente destacar el papel de líderes que corresponde desempeñar a los profesionales colombianos, el cual debe ser tanto más intenso y sobresaliente, si tenemos en cuenta las circunstancias que hoy se viven en nuestro país.
El proceso de apertura, la internacionalización de nuestra economía y nuestra cultura, el imperioso reto de la competitividad, entre muchos otros hechos trascendentales, nos exigen ser profesionales excelentes y líderes destacados de las innovaciones. Ello sólo es posible lograrlo si nos mantenemos al día en las diferentes áreas de nuestra profesión.
Por eso, la dedicación al estudio, a la investigación, la búsqueda de la información, el criterio para asimilarla y saberla utilizar, así como la necesidad de especializarnos, deben constituir en los actuales profesionales, retos permanentes que es necesario asumir, so pena de caer rápidamente en la obsolescencia de los conocimientos y las destrezas profesionales.
Hacer bien lo que nos corresponde hacer, innovar al administrar, saber mirar al futuro más con perspectiva de lejanía que de inmediatez, y asumir la realidad que vivimos con pasión creativa para transformarla y mejorarla, será las principales características de nuestra condición de líderes.
Entre los graduandos de hoy, se encuentra un significativo número de licenciados en didáctica y dificultades del aprendizaje escolar; ellos, como quienes se gradúan de administradores o de tecnólogos en administración de empresas, de personal, o de redes de datos, asumen también la responsabilidad de ser líderes; sólo que su liderazgo ha de ejercerse en la educación, esto es, no directamente en la empresa o para buscar resultados inmediatos en la economía, sino sobre la persona.
Su responsabilidad es mayor, porque lo que están llamados a formar es hombres excelentes, que sobresalgan por su calidad humana, por la solidez de sus valores, por su responsabilidad social, por su solidaridad humana, por la cabalidad en el cumplimiento de sus deberes, por la conciencia que tengan del sentido de su existencia, por la fecundidad que logren obtener en sus vidas.
Ardua, difícil e infravalorada es la labor del educador, pero hermosa y fecunda; es su destino el del sembrador que siembra y siembra, siempre con la convicción de dejar en el surco buena semilla, pero también con la incertidumbre de que no siempre se recogerá la cosecha; la educación es una obra a largo plazo; necesitaremos de años y años para ver cómo ha germinado lo que con tanto amor y tanta pasión hemos plantado.
Hagamos bien lo que nos corresponde hacer como educadores, es decir, como hacedores de hombres, y mantengamos presente que en educación, si no siempre se alcanza lo que se quiere, tampoco nunca se pierde lo que se hace; sea la satisfacción de haber dado lo mejor de nosotros, la mejor recompensa a nuestro quehacer cotidiano.
A todos los que hoy se gradúan como administradores de empresas, como licenciados en didáctica y dificultades del aprendizaje escolar, o como tecnólogos en administración de personal, de empresas o de redes de datos, les invito a permanecer profesionalmente vigentes, a ser líderes sobresalientes en sus respectivas profesiones, y a distinguirse por su calidad humana, por la responsabilidad en el cumplimiento de sus deberes, por la honestidad en todos los actos de su vida, por la firmeza de sus convicciones, por la entereza de su carácter, por la fidelidad a los auténticos valores que realizan a la persona.
Que cada uno de ustedes por donde pase deje la huella del profesional CEIPA, que es una huella de excelencia en el laborar y de integridad en el vivir.
Propicia es esta época de Navidad que significa nacimiento, renovación, llamada a realizar nuestra existencia en la alegría, la solidaridad, la convivencia civilizada y la construcción de la paz, para asumir esta nueva vida que hoy empieza como profesionales.
No permitan que a ustedes lleguen la mediocridad y la rutina; hagan de sus vidas una permanente navidad; que a cada día brille una luz de renovación que ilumine la acción y descubra la esperanza.
En nombre de todos los que en la Fundación Universitaria CEIPA hemos trabajado para darles una buena formación profesional, les felicito y les auguro muchos éxitos para el futuro; y que ese Dios cuya venida a nuestro mundo estamos próximos a conmemorar una vez más, les ilumine y acompañe siempre.
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Antonio Mazo Mejía
Medellín, 15 de diciembre de 1995