Muy apreciados graduandos,
Hoy deben recordar todos ustedes que el Rector quien les dictó su Primera Lección cuando iniciaron sus estudios en el CEIPA; entonces se les habló sobre los objetivos institucionales, su filosofía, sus principios rectores, y lo que en el mundo de hoy significa ser profesionales; también hoy, al culminar sus estudios, y antes de recibir sus títulos profesionales, le corresponde al Rector dictarles la Última Lección.
Para un rector que siente la educación como una de las tareas más nobles que le es dado al hombre cumplir durante su vida, la primera lección tiene el entusiasmo y el optimismo de la siembra; y a la última, se llega con la satisfacción del deber cumplido y con la radiante plenitud del segador que se recrea en la copiosidad de la cosecha.
No es casual coincidencia que la primera lección se haga en las horas de la mañana, cuando empieza el día, las fuerzas están robustas y por delante todas las horas, como invitando al fragor de la acción; y esta última lección coincida con el caer de la tarde, tiempo normal para el cesar de la jornada, para merecido descanso, y sobre todo, para la reflexión sobre lo que en el día se ha terminado y lo que vendrá en el mañana.
Se llega a esta lección con la vivencia clara y profunda sobre el transcurrir del día y sobre el sentido de la tarde, que en este mundo de la educación es como un puente, desde donde se contempla un río “que está pasando siempre, pero que nunca pasa”.
Mi lección de hoy será más breve, pero confío que no menos profunda; si ayer les decía qué era el CEIPA y qué esperábamos hacer de ustedes en él, hoy se me ocurre discurrir sobre el mundo en que les corresponde ejercer sus respectivas profesiones.
Y se me antoja hacerlo a partir de una reflexión del filósofo italiano Norberto Bobbio, quien afirmaba recientemente que “el de hoy, es el tiempo de los derechos”.
Pues bien, yo soy un convencido de que para los profesionales del CEIPA, el tiempo de hoy, el mundo de hoy, la civilización de hoy, son el tiempo, el mundo y la civilización de los deberes.
Ser profesional en la era contemporánea es ser consciente de que tal carácter conlleva la connotación de que se pertenece al grupo de los privilegiados, que en un país como Colombia son una minoría que no alcanza al 1.4% de su población total, y que ello nos coloca como clase dirigente, para que lideremos el desarrollo, el progreso, la prosperidad de la sociedad, la implantación de la justicia social, la consolidación de la democracia, la fortaleza de la convivencia civilizada, y la sólida conquista de una paz verdadera, para que entre todos exista la seguridad de que nuestra tierra amada, no se mancillará más con sangre hermana.
En esta civilización donde al tener se le han erigido altares y se le rinde el culto de los dioses, nosotros los profesionales del CEIPA estamos comprometidos con el ser, con la dimensión integral de la persona, con todos aquellos valores que le garantizan su plena realización, que no está en lo temporal y material, sino en las esferas de lo intelectual, lo espiritual y lo trascendente.
En un momento histórico como el que hoy vive Colombia, donde campea la corrupción, quienes nos hemos formado en el CEIPA no podemos sino estar comprometidos con la honestidad, la equidad, la claridad y la transparencia; el profesional CEIPA debe ostentar una honestidad aquilatada, una equidad señorial, y la claridad y transparencia de sus actos deben emular la del cristal.
Frente a la injusticia social de nuestra sociedad, los profesionales del CEIPA tenemos que esgrimir un decidido y valiente compromiso para que la adversidad no se ensañe con la pobreza de los más desposeídos, ni con la miseria de los más indigentes, porque como líderes tenemos que ser conscientes de que no será posible una sólida democracia, y mucho menos lo será la paz, si estas no se cimientan en la justicia social; sabemos bien que el saber es un inagotable tener, y quienes somos cristianos, sabemos también que sobre todo tener pesa una hipoteca social.
En una cultura como la nuestra, donde está entronizada la indisciplina social, la burla descarada y abusiva de las normas, de las leyes, y donde la regla general es la conculcación de toda clase de derechos, somos los profesionales del CEIPA cumplidores, respetuosos y propiciadores dela convivencia civilizada, observadores cabales de la ley, y caballeros intachables por la observancia y el respeto de los derechos de los demás.
En esta época de barbarie y terrorismo, donde la agresividad y la violencia son tribunales que todo lo resuelven y jueces implacables e inapelables que todo lo arbitran, nosotros los profesionales del CEIPA somos mensajeros de la tolerancia, árbitros de la concertación y la concordia, y artífices del buen entendimiento y de la paz.
Ustedes, los que hoy egresan titulados del CEIPA, como tecnólogos en administración de empresas, de personal y de redes de datos, quienes se han licenciado en didáctica y dificultades del aprendizaje escolar, y la primera cohorte de profesionales universitarios en administración de empresas, adquieren hoy, más que un título profesional, el ineludible compromiso con ustedes mismos, con sus familias, con nuestra sociedad, con Colombia y con el CEIPA, la institución que los ha formado, de ser profesionales que sobresalgan por la integridad en todos y cada uno de sus actos, y por la idoneidad profesional incuestionable, en todas las responsabilidades que se les confíen.
En la historia de la Fundación Universitaria CEIPA registramos el día de hoy como una de sus fechas más importantes, porque en ella estamos segando la vendimia de la madurez.
Somos en la historia de la reciente educación superior de Colombia la única institución que ha caminado, con seguro y firme caminar, los senderos que en lo académico conducen de lo tecnológico a lo superior.
El carácter de institución universitaria que hoy nos faculta para titularlos profesionales universitarios fue adquirido a base de esfuerzos en nuestra organización administrativa y en nuestra calidad pedagógica y académica; no interpusieron recursos ni influencias, para que este carácter nos fuera otorgado, ni los políticos de turno, ni los gobernantes de ocasión.
Nadie diferente a los empleados, profesores y estudiantes que a lo largo de estos veintitrés años nos han acompañado con su profesionalismo y abnegación, así como la sociedad que ha creído en nosotros, en nuestra filosofía y nuestras ejecutorias, tiene derecho a compartir hoy el regocijo y el triunfo que engalanan este acto que ahora realizamos.
Por lo anterior, llegue nuestra voz emocionada y agradecida a todos y cada uno de nuestros empleados, de nuestros profesores, de nuestros estudiantes y egresados, así como a todas las personas, entidades, empresas y organizaciones que han creído y apoyado al CEIPA.
De manera muy especial, en la persona del señor decano Juan Carlos Pérez Pérez, un sincero reconocimiento a los integrantes de los diferentes comités académicos, curriculares y de área, a los señores coordinadores y profesores, porque son ellos los principales artífices de este programa; a ellos, felicitaciones y gratitud.
En esta primera promoción de profesionales universitarios en administración de empresas destaco el sentido de pertenencia, la lealtad y la credibilidad, o mejor, para utilizar el lenguaje de nuestra cultura institucional, el cariño de nuestros egresados por esta amada casa del CEIPA.
Bien sabemos cuánto esperaron para titularse aquí, y cómo dejaron marginadas las oportunidades que les ofrecían otras instituciones, para ostentar orgullosos, como pueden hacerlo a partir de hoy, este título de Administradores de Empresas que hoy les confiere el CEIPA; también para ellos nuestro reconocimiento y gratitud.
En nombre de las Directivas de la Fundación Universitaria CEIPA, felicito a todos los graduandos de hoy y les invito a llevar con altura y dignidad el carácter de Profesional CEIPA; que la integridad personal y la idoneidad profesional les acompañen siempre y les deparen muchos triunfos, éxitos y satisfacciones.
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Antonio Mazo Mejía
Medellín, 30 de junio de 1995