Ejercicio de aprenderes fundamentales

Es muy grato registrar este acto en el marco de nuestras celebraciones de los veinticinco años de vida institucional.

La madurez de la Fundación Universitaria CEIPA se refleja hoy en las diferentes cohortes de graduandos que por primera vez reúne egresados de los programas tecnológicos, de profesionales universitarios, de profesionalización de tecnologías afines y de especialistas; y en la modalidad de lo no formal, pero también en el nivel del posgrado, vamos a otorgar el próximo mes de enero los primeros diplomados en administración de procesos empresariales, programa que realizamos en convenio con la Asociación Colombiana de Relaciones de Trabajo – Ascort.

Culminar un ciclo de profesionalización en la vida es escalar un peldaño más en la construcción de nuestro propio futuro; es disponer de un acopio de conocimientos y destrezas, con los cuales vamos a enfrentarnos a las nuevas realidades que se nos presentan a cada día, y a acrecentar la calidad de nuestra realización personal, pero siempre con la actitud de servicio a la familia, a la sociedad, a nuestro semejante y a la patria.

Cada momento de la historia tiene sus propias características que para nosotros los profesionales se traducen en nuevos retos y exigencias; y así por ejemplo, los nuevos escenarios que se abren en la economía con la globalización del mundo y con nuestros procesos de apertura, nos están exigiendo estar preparados para actuar profesionalmente en cualquier parte del mundo; el norte hoy es la competitividad; y la competitividad solamente se alcanza desde la idoneidad, la actualización y la seriedad en el ejercicio profesional.

Terminar un ciclo profesional es apenas alcanzar una etapa en la carrera de la vida; etapa que si bien es un punto de llegada, es al mismo tiempo un punto de partida; en la construcción de nuestra dimensión profesional, nunca se llega, nunca se termina; los horizontes del saber son cada vez más lejanos, y las exigencias del saber son cada día más urgentes; por ello nuestra disciplina de estudio ha de ser permanente, hemos de vivir en función de aprendizaje durante toda nuestra existencia, y nuestro aprender terminará con la última lección de la vida, que nos la dicta la muerte.

Las circunstancias propias de nuestro país sí que nos hacen hoy nuevas exigencias; la depresión de la economía nos invita a la creatividad, a la laboriosidad, a desarrollar el ingenio y a la urgencia de correr nuevos y grandes riesgos; la violencia que nos azota cada día más insensata e inclemente, nos exige contrarrestarla desde la justicia social, desde la generosidad y la solidaridad con los más desposeídos, desde la cultura de la tolerancia, desde el fortalecimiento del respeto a los derechos del otro, desde la consolidación de una cultura de la vida, y sobre todo, desde el propiciar condiciones sólidas para la convivencia civilizada.

Los vergonzosos casos de corrupción que cada día afloran en nuestro escenario político, que nos ruborizan, desconciertan y rebajan ante el mundo entero, y que en los actores comprometidos sólo logran azuzar el cinismo, la desvergüenza, la falacia y la mentira, que esgrimen impávidos como incontrovertibles redentores, pero que nos fustigan y humillan como un latigazo, reclaman hoy de todos los colombianos de bien, pero sobre todo de nosotros los profesionales, los privilegiados de la educación, el valor civil para la protesta civilizada, y ante todo, la integridad ética para el ejercicio de nuestra autoridad moral.

La civilización contemporánea nos exige el ejercicio de unos aprenderes fundamentales, que se expresan en el aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser.

El aprender a conocer se refiere a la educación científica, al dominio de las áreas profesionales, a las habilidades requeridas para manejar los instrumentos de comprensión del mundo, a la motivación para investigar, actualizarse y vivir en función de aprendizaje, es decir, a la apertura a la educación permanente.

El aprender a hacer es fundamentalmente el saber aplicar las teorías, el desarrollar nuestras habilidades profesionales, el incentivar nuestra creatividad, el desarrollar nuestras aptitudes generales, el especializarnos, el ejercer nuestra capacidad de riesgo, el aprender a adaptarnos al cambio y el ser generadores de él, ya que solamente así podremos estar preparados para responder a la imprevisibilidad de los mercados de ejercicio profesional.

Los otros dos aprenderes, el aprender a convivir y el aprender a ser, hacen relación más directa a nuestro ser personal.

El aprender a convivir empieza por el conocimiento de nosotros mismos y de nuestro semejante, y continúa con el descubrimiento de las características predominantes de nuestra civilización, con la clarificación de los valores de la comprensión, la tolerancia y el perdón, y hoy, como una exigencia de nuestra época, válida para todo el mundo, pero muy urgente en nuestro país, con el aprendizaje de la no violencia.

En fin, aprender a ser, es el aprendizaje más difícil y más importante; aprender a ser es desarrollar equilibradamente nuestras dimensiones del cuerpo y del espíritu, nuestra sensibilidad, la inteligencia, la autonomía en el pensar y en el obrar, el espíritu crítico, y sobre todo, nuestra responsabilidad personal, para desde ella ser actores responsables en la historia.

Estos son los escenarios, los retos que se nos plantean a los profesionales en la época actual.

En mi nombre y en el de la Fundación Universitaria CEIPA que los ha formado y hoy los gradúa, les deseo que sepan corresponder con excelencia a estas nuevas exigencias, que sean sobresalientes por su idoneidad profesional y por su integridad personal; que todas sus acciones fecundicen sus vidas y culminen con la aprobación de la conciencia, porque ella les retribuye diciéndoles que han obrado bien.

Que el espíritu de la Navidad, que es invitación a renacer humanamente cada día, se prolongue en cada uno de ustedes y fecundice sus existencias. Que tengan muchos éxitos.

Antonio Mazo Mejía
Medellín, 13 de diciembre de 1996

Antonio Mazo Mejía - Fundador CEIPA
"La civilización contemporánea nos exige el ejercicio de unos aprenderes fundamentales, que se expresan en el aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser".
Antonio Mazo Mejía - Fundador CEIPA
Antonio Mazo Mejía
Fundador CEIPA