Al entregaros hoy el título que os acredita como tecnólogos en Administración de Personal, en Administración de Empresas y como licenciados en Didáctica y Dificultades del Aprendizaje Escolar, a la vez que me congratulo con vosotros y os deseo muchos éxitos en el futuro, quiero dejaros un mensaje claro, sencillo y cordial, que espero os acompañe siempre y os ayude a cosechar éxitos.
Hoy, cuando las circunstancias del mundo que nos corresponde vivir son tan difíciles y negativas, cuando la prospectiva que hacen quienes se ocupan del futuro sobre los años que se avecinan son preocupantes; cuando la fórmula que se da para que los males se eliminen y prevengan es la de “Educación y Ética”, se ve claramente en ello un llamamiento al hombre.
Hemos presenciado durante las últimas décadas la ascensión explosiva de la tecnología que trae progreso al mundo y calidad de vida al hombre, y simultáneamente hemos presenciado también el desmoronamiento de los valores más preciados, los que dignifican y realizan al hombre como persona; valores como la honestidad, la justicia, la verdad, el respeto por los bienes ajenos, el valor irremplazable de la vida humana, la solidaridad, la lealtad, en fin, todo lo que hace al hombre más hombre, lo que hace la vida más amable, la existencia más fecunda, todo ha sido reemplazado por nuevos códigos axiológicos que preconizan falsos valores, que son portadores más de destrucción del mundo y del hombre, que de vida y progreso para el hombre y el mundo.
Es esta la escalada que ha puesto en alerta a los que diseñan el futuro para afirmar que, más que la conversación y la renovación de los recursos naturales, más que la equitativa distribución de bienes y riquezas, la seguridad del futuro está fundada en la educación que le permite al hombre conocer con propiedad el uso que ha de hacer de los bienes, la forma en que ha de utilizar su vida, y la ética a través de la cual conoce los deberes que debe cumplir y los derechos que debe respetar y exigir.
Vuestro grado de hoy os está diciendo que poseéis ya un alto nivel de educación; ello os compromete a actuar en la sociedad con mayor responsabilidad que aquellos que no han alcanzado este gran privilegio.
Es mucho el aporte que desde vuestra respectiva profesión podéis hacer al país y a vuestros compatriotas.
Los tecnólogos en Administración de Empresas recordadlo que hoy tanto se repite: No hay países subdesarrollados, sino subadministrados; vuestra carrera os ha preparado para buscar la mayor productividad de las empresas que generéis, o en las que os corresponda laborar; hacer que los recursos que os confíen sean más y más productivos, es, vuestra misión; pero haréis el aporte más trascendental, si en vuestro trabajo dejáis una clara impronta de responsabilidad, de honestidad, de justicia, y si procedéis siempre con la verdad.
Gran responsabilidad corresponde a quienes se gradúan en Administración de Personal; hoy cuando en nuestro medio empiezan a despejarse tantos factores de incertidumbre que asolaron a nuestro país en los últimos años, y cuando el mundo empresarial va tomando cada día mayor conciencia de que el recurso más valioso que posee es el hombre, a vosotros se os ofrecen hoy mejores oportunidades de acción, máxime, cuando a través de los diferentes cambios realizados en vuestro programa, estamos confiados en que ellos responden a las necesidades empresariales; nos confirma en esta afirmación las varias solicitudes que sobre candidatos de vuestra profesión venimos recibiendo permanentemente.
Pero vuestro ejercicio profesional conlleva también una gran misión para el reordenamiento de nuestra sociedad: Os corresponde, fundamentalmente, trabajar para que el hombre dé a su trabajo el valor que encarna como medio para su realización personal; que se trabaje con honradez, que el hombre descubra y sienta que su mayor riqueza es la que proviene del deber cumplido a cabalidad.
A los licenciados en Didáctica y Dificultades del Aprendizaje Escolar, a quienes corresponderá fundamentalmente iniciar a los niños en el mundo de la sociedad y la cultura, les invito a presentarles un mundo amable, que es posible construir con el concurso de todos.
Nada cala tanto en el ser humano como aquellos mensajes que se reciben en la primera edad, cuando la mente empieza a abrirse al mundo, cuando se vive en ese mundo blanco de los niños, mundo que desconoce la maldad y la perversidad del hombre; es esa la mejor oportunidad para sembrar en ellos los valores del respeto a la autoridad; de la responsabilidad, a través de cosas tan simples y sencillas como el orden que han de tener en su clase y con sus pertenencias, por ejemplo; enseñarles a amar y conservar la naturaleza, porque ello será enseñarles a amar y respetar la vida; exigirles con amor en sus pequeñas responsabilidades será prepararlos para que enfrenten las grandes responsabilidades que se les confiarán cuando mayores.
Mi mensaje para todos vosotros es, pues, que a través del ejercicio de vuestra respectiva profesión, seáis agentes transformadores del mundo desordenado que nos ha correspondido vivir, y constructores de un mundo más amable, más pacífico, más humano, que es posible lograr, si cada uno de nosotros cumple a cabalidad con las responsabilidades que nos corresponden como hombres y como profesionales.
A vuestra reflexión, quiero dejar el pensamiento de un poeta hindú:
“Soñaba que la vida era alegría…
desperté, y vi que la vida era servicio…
serví, y vi que el servicio era alegría…”.
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Antonio Mazo Mejía
Medellín, 27 de junio de 1986